Existe un punto que los escritores actuales prefieren pasar por alto en medio de un mundo donde, con una simple mirada a una página Web, se puede conocer lo que pasa al otro lado del planeta, incluso, mejor que quienes viven en ese lugar: ser partícipe, seguir por pasos, lo que sucede en la obra a contar. La década de 1950 es diferente, por cierto; es la época en la que todavía perdura el desconocimiento de las cosas, y la relevancia de un suceso cruza las sensaciones para pasar a convertirse en el primer, segundo y tercer interés de la vida. Truman Capote es uno de aquellos autores que empieza a adquirir madurez por medio de lo que varios novelistas han sabido utilizar a modo de plataforma de best seller: los casos policiales sin resolver; las tramas reales que, a medida que se avanza en la historia, toman fuerza de relato de ficción. El filme tiene más de un sentido; muestra el seguimiento de los asesinos de la familia Clutter, en Kansas; ahonda en la vida del artista; enseña lo que la sociedad de esa época tenía considerado por “extraño”; analiza las psicologías; y, lo primordial, encausa el guión en el trabajo exhaustivo, en la génesis que significa establecer cuáles son las secciones que irán, que se dejarán, en una creación. Todo puede estar dispuesto para condicionar el esquema de un libro; el reconocimiento público, las amistades, el estatus; de todas formas, las convenciones sociales traspasan la mente de tres polos que se van resquebrajando, abriendo a lo que saben que en cualquier parte, donde fueren, será el pretexto para desvalorizar su trabajo (el supuesto amaneramiento de Capote; la marca de inculpados, en los también supuestos asesinos). Aquí radica la cuota de expresividad sin comparación que se percibe de la mano de un Bennet Miller que ya dejó hace bastante rato de ser un profesional que se contenta con los documentales (The Cruise [1998], por ejemplo), y que, con un dominio de las situaciones, una cámara que refleja el temple y la decisión de los actores, un manejo de los planos que nunca deja con deseos de ver más (o sentir que algo estuvo poco explorado), planos completos y cámaras en movimiento apoyadas en secciones angulares de la pantalla, conversaciones sin palabras de más, velocidad y lentitud (el equilibrio que debe tener cada película), y una elección de protagonista (Philip Seymour Hoffman) que, fuera de cualquier halago, aumenta el placer por volver a destacar las imágenes centrales de la cinematografía.Título Original: Brokeback Mountain
Títulos Alternativos: Secreto en la Montaña, 
En Terreno Vedado.
Año: 2005
Director: Ang Lee
Guión: Larry McMurtry, Diana Ossana.
Basado en el libro de Edna Annie Proulx (1998).
Banda Sonora: Gustavo Santaolalla
Fotografía: Rodrigo Prieto
Reparto: Heath Ledger, Jake Gyllenhaal, Anne Hathaway, Michelle Williams, Randy Quaid, Linda Cardellini, Anna Faris, Scott Michael Campbell.
Productora: RKO/ Mercury Theatre ProductionsParamount Pictures/Focus Features /Good Machine/Alberta Filmworks.
Duración: 134 min. País: EUA.
Irrumpir donde nadie lo espera. La frase puede sonar a esquema hecho, a quinta pata del gato; de todas formas, el mundo que ha visto Edna Annie Proulx permite mostrar identidades que traspasan una simple mirada en un sector acostumbrado al vínculo con la fuerza y el temple. Se supone que el ser humano está afecto a percibir sensaciones en cualquier sitio, viva en Santiago de Chile o en el elegido oeste norteamericano. Ahí radica la novedad que esta novela deja entrever: está lejos de ser una historia romántica; al contrario, muestra las bases creadas por la sociedad, por lo que debiera realizar “todo ser humano” (en este caso, todo “hombre hecho y derecho”) al tiempo de hacer énfasis en los actos alternativos. Si esto sucede, es evidente que las preguntas llenas de por qué “¿Por qué atrae tanto?; ¿por qué deja una sensación de estar ante un relato distinto, pese a tener en la mente que es otra historia más de conflictos internos?”, aparecen. Las respuestas tienen variantes. En primer término, y sobre todo para quienes pasan por sucesos parecidos, se trata de graficar una problemática que supera el hecho de ser homosexual. Por cierto que ésta es la plataforma para exponer lo que sucede con dos vaqueros, que, tras cuatro años de estar separados, formar sus familias, tener hijos, siguen percibiendo lo que durante su juventud se veía a modo de futuro promisorio, eterno; lo cierto, lo segundo, es que acá es el tema del gay, de las personas abandonadas, de los mendigos, de los seres acabados por una ruina económica, de los hijos adoptados. Proulx es una autora que desde siempre ha deseado reflejar las acciones de la sociedad actual a través de muestras de este tipo; The Shipping News (1993), y la posterior recopilación de esta obra, desarrollada en Close Range: Wyoming Stories (1999) permiten otorgarle un puesto de renombre, dentro de la literatura de la segunda parte del siglo XX. Con este libro, las consideraciones toman un cariz aún mayor.


