Podemos llegar a cientos de hogares por medio de la palabra. Podemos llegar a cientos de hogares a través de noticias que causen reflexión. Podemos llegar a cientos de hogares y conformarnos con eso. Lo cierto es que un periodista encargado de presentar las informaciones del día, un PERIODISTA, por cierto, nunca desestima comprometerse con ciertas causas, al percibir que la estabilidad, la suya propia y la de sus compatriotas, se ve amenazada a cada minuto. Ahí recae el punto clave en el cual George Clooney extrae una parte de la historia de los EUA, muestra un mundo –la TV– que, en determinadas ocasiones es considerado superficial, con el objetivo de equilibrar la pugna entre el comunismo y el laborismo. Está claro que el filme, desde que se inicia, sugiere la típica línea de “los hombres buenos” y “los hombres malos”; la figura de Joseph McCarthy se perfila a modo de político confabulador, que llega al Gobierno para servirse, causar estragos, aprovecharse de sus facultades y armar una red de espías alternativos a la FBI, que, a medida que avanzan los años, se va acrecentando, al borde de lo que se denomina “Cacería de Brujas” anticomunista. Ante esto cabe preguntarse, ¿de dónde proviene el hecho de que un trabajador de una cadena de televisión se ponga al frente de las acusaciones contra el citado senador? Lo primero, ya está dicho, Edward R. Murrow es un profesional que conoce lo que se debe hacer cuando alguien trata de inculparlo en hechos ajenos a él; es decir, seguir utilizando una plataforma que remece las mentes de los conciudadanos, de modo que, más temprano, más tarde, los cuestionamientos se vuelquen a investigar las sombras que están detrás. El productor Fred Friendly, y Joe Wershba, desde las salas de redacción de la CBS, siguen paso a paso lo que para ellos es un compromiso con su labor, en un tiempo donde los periodistas se forman a pulso, sin cátedras ni doctorados, algo que aumenta el propósito por encontrar el origen, el centro de las acciones que rompen la libertad de expresión, el derecho a tener un pensamiento comunista, o el que fuere. A partir de esto, el hecho de no apuntar con el dedo a las filosofías de carácter político, y más bien al personaje y el grupo de poder comandado por McCarthy, es lo que delinea la paridad magistral del filme. Es cierto, hay “buenos”, hay “malos”, como se señaló; de todos modos, aquello se reserva al sector de las diferencias, sin encaminarse al moralismo extremo (pese a que se está en plena década de 1950, donde aún perdura el conservadurismo).
La utilización del blanco y negro (un aspecto que, en palabras del director, persigue el apego por la estética del cine) entrega el realce de los tonos, los contrastes y las expresiones faciales y motrices; una técnica que, aplicada con diligencia, deja al espectador con la idea de estar siguiendo una película efectuada en tiempo real, con encarnaciones (David Strathairn), que sobresalen de las líneas de un guión, que es el mayor logro de un ya maduro Clooney. En pocas palabras, un filme que expone lo que tiene que mostrar; con frases que llegan, carácter, solidez.
Calificación: 6.0.