Categorías Literatura y Cine de Drama Siglo XX.
Título original: A Clockwork Orange
Dirección: Stanley Kubrick
Guión: Stanley Kubrick, basado en la novela homónima de Anthony Burgess.
Producción: Stanley Kubrick
Protagonistas: Malcom McDowell, Patrick Magee, Adrienne Corry, Michael Bates, Warren Clarke, John Clive.
Género : Drama
Distribuidora: Warner Bros.
Estreno: 19 de diciembre de 1971
Duración: 137 m. Banda Sonora: Wendy Carlos
Fotografía: John Alcott
País: Reino Unido.
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Ser subversivo. Ese era el modelo a seguir por la enfervorizada juventud de la década de 1970, cuando el rock and roll, y las drogas comenzaban a proliferar aún más en el mundo. En cambio, para el inglés Anthony Burguess, ese tiempo venía siendo su etapa de adultez, el período donde la vida comienza a perseguir anhelos superiores a las carreras de auto, el desenfreno y la rabia social. Pese a eso, las carencias económicas siempre hacen ir en contra de las ideas del momento, ante lo cual, sobre todo si el cáncer empieza a aflorar en el organismo, sólo queda acudir a aquello que va en contraposición de todo lo pensado. La mejor solución desigual únicamente puede venir de aquella fluctuante y desorganizada estirpe adolescente que ronda las calles de una Inglaterra, un planeta, que busca controlar las tendencias y las expresiones sin vallas ni reglas. El representante llevado al papel es Alex de Large, un joven acostumbrado a vagar por la línea de la revuelta y la pasión por las tendencias musicales que pertenecían a la juventud de Beethoven. Nada parece estar vedado en su existencia; él sabe que la represión existente en los años anteriores permite que su grupo se apropie de las cloacas donde abundan limosneros de edad avanzada, consuma vasos de leche plus con treimpromina en el restaurante “Coraba Milk Bar”, irrumpa en un intento de violación de una chica con el solo objetivo de demostrar que las peleas se ganan con fuerza de hombre, mutile a un acaudalado artista. Lo que sigue es la esencia de este escrito: saber hasta dónde un gobierno (o algún otro organismo) soporta los descalabros de cierto sector en pos de la tranquilidad social. El libro muestra la decisión tomada; es decir, la captura y regeneración de Alex; con todo, el tratamiento que éste recibe necesitaba ser mostrado a ojos vistas, con la finalidad de que los aspectos éticos tuviesen más fuerza. Es aquí donde un floreciente director de cine, Stanley Kubrick, capaz de cautivar hace poco con una magnífica demostración de un nuevo comienzo de la vida en “2001: Una Odisea en el Espacio”, opta por deslumbrar a su ya ganado público con lo que irrumpe en aquel entonces.
De esta manera, las expresiones faciales narradas ahora se explicitan en los descarnados ojos azules de Malcolm McDowell, a quien, al parecer, las pinzas del realizador supieron escoger. El resto de la tarea tiene que venir de la mano del perfeccionismo, la efectividad, el exacerbamiento, los primeros planos de gran enfoque, una melodía beethoviana que resuene en los oídos, y, encima de cualquier otro aspecto, pasión, calidad, talento, inspiración toma tras toma. Kubrick, de a poco, comienza a transformarse en lo que Burguess es: un profesional maduro, que reconoce que la excelencia, en cine, en la vida diaria, se alcanza por la vía del trabajo constante. Puede ser que varios de sus contemporáneos cataloguen la obra de escandalizadora, inmoral, revolucionaria e indecorosa; a lo mejor la mayoría de sus nuevos espectadores estén entre los 18 y 20 años; nada de eso interesa. Las historias interesantes están obligadas a ser mostradas en su realidad, crudeza, vigor, supuesto desorden. Vapulear es parte del juego del propio universo de Alex; matar, golpear, beber, burlarse de los infelices, aprovecharse de los medios que le da su familia, viene siendo una manera alternativa de codificar lo que la humanidad ha venido mostrando desde sus inicios; por lo tanto, Kubrick se une a los puntos de vista de éste, potencia las representaciones actorales, eleva al máximo el deseo de impregnar la discusión y reflexión de una trama repleta de símbolos filosóficos, éticos (¿Quiénes son los verdaderos “malos”?; ¿quién la real escoria?); hasta tener pleno conocimiento de que los pensamientos se adaptan a las circunstancias, que las peripecias de un muchacho con ganas de destruirlo todo quedan en una expresión mínima cuando un político que estrecha la mano con claras intenciones electorales aparece delante de un tumulto de periodistas.
La subjetividad hecha cine; la eterna huella de Kubrick.
Calificación: 6,5.